domingo, 13 de noviembre de 2011

los gavilleros



La resistencia armada contra la ocupación militar norteamericana de nuestro país puede decirse que se inició desde el momento mismo del arribo de las primeras tropas de la marina estadounidense, cuando el adolescente, Gregorio Urbano Gilbert, armado apenas de un revolver, después de gritar a todo pulmón: ¡Viva la República Dominicana!, disparó su arma contra un grupo de soldados estadounidenses que desembarcaba en el muelle de San Pedro de Macorís.
Esa conducta de resistencia armada contra los invasores tomó fuerza casi inmediatamente en toda la región Este. Allí, el campesinado, con el apoyo de los habitantes de los pequeños pueblos, inició una poderoso movimiento guerrillero, que mantuvo en jaque por varios años a las tropas del ejército norteamericano, obligándole a la permanente movilización, a su reforzamiento y hasta a la utilización, por primera vez en el mundo, al uso del avión para la persecución y bombardeo de las zonas insurrectas.
El pueblo dominicano recuerda con fervor patriótico los nombres de los principales dirigentes de aquella resistencia heroica, a cuya cabeza marcharon: Vicente Evangelista, (a esa guerrilla se unió Gilbert), Salustiano Goicochea (Chacha), Ramón Nateras, Fidel Ferrer, maestro de escuela que abandonó el aula y tomó el fusil, y Pedro Celestino Rosario, alias Tolete.
Las poderosas columnas del movimiento patriótico de resistencia (que los norteamericanos bautizaron despectivamente como integradas por “gavilleros”), alcanzó tal grado de eficiencia en el combate contra los invasores, que los oficiales yankees no encontraban explicación alguna a la gran cantidad de bajas que sufrían, y por eso, alarmados, llegaron a creer que los guerrilleros dominicanos estaban asesorados por expertos extranjeros.
Así por ejemplo, en 1918, la magnitud de la expansión de la guerrilla de Este alcanzó niveles tales que el teniente coronel Thorpe, jefe militar de toda esa región, escribió un informe mentiroso a sus superiores que decía: “Los partidarios y consejeros alemanes de los insurrectos no han estado durmiendo y han realizado todos los esfuerzos para reforzar y mantener viva esta animada insurrección”.
A finales del 1918, las acciones guerrilleras habían crecido en número y en efectividad en sus combates contra los interventores, lo que obligó a los invasores a incrementar aún más el número de sus tropas y establecer hospitales permanentes para atender a sus heridos en San Pedro de Macorís, El Seybo y La Romana.
Asimismo, enviaron a la zona a un cuerpo de espías y ayudantes que trajeron de Puerto Rico (nación que habían convertido en colonia), y a algunos traidores dominicanos que ingresaron a su recién creada “Guardia Nacional”, entre los que se encontraba Rafael Leónidas Trujillo, donde este personaje inició su larga carrera delincuencial contra su patria.
La rebelión contra los interventores en la región Este se mantuvo viva durante varios años y comenzó su declinación cuando se conocieron en nuestro país inform aciones que indicaban que el gobierno norteamericano estaba dispuesto a iniciar conversaciones para establecer a corto plazo un plan de evacuación, propósito que finalmente se logró en 192

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